Hace ya varios años abrí este
blog con la firme intensión de convertirlo en una herramienta de comunicación
amplia, oportuna y efectiva; sin embargo cuando inicié a ejercer mis funciones
como alcalde local en Teusaquillo, el tiempo disponible para poder actualizar
el blog desapareció y salvo un par de notas al inicio del periodo no pude
generar nuevas publicaciones; y nunca quise entregarlo para que lo alimentara
otra persona, pues quise siempre poder ponerle mi toque personal.
Así que retomaré ese espacio para
“pensar por escrito”, para compartir con quien tome un rato en leer estas
líneas mi forma de ver la vida, la situación social y política de la hermosa
ciudad de Bogotá.
Estos días se percibe en todas
partes una polarización por cuenta de los avances en el proceso de paz con la
guerrilla más antigua de américa (si no lo es del mundo), pues se llegó a un
punto no obligatorio per se, pero que el presidente se había comprometido con
el país y es la necesidad de refrendar estos acuerdos a través de la figura del
plebiscito.
Voces que condenan el proceso,
que acusan al gobierno de regalar el país, se levantan, sin dejar opción
diferente a continuar la vía de la lucha armada que tanto dolor ha dejado en
ambos bandos, y es precisamente en este punto donde quiero hacer énfasis. Dolor
en ambos bandos…. De hecho diría que son más de dos los bandos, pero esa será
una reflexión diferente.
En esta guerra, cada quien habla
desde el dolor vivido o la tragedia contada y asumida de una u otra manera como
propia, pero en ambos casos con un alto componente de carga emocional. Y es esa
carga emocional la que dificulta que el proceso de paz avance con tranquilidad
y alegría; pues implica dejar de un lado esos sentimientos de dolor que nos han
afectado; cosa que no es para nada fácil.
Definir quien tienen la razón y
quien no; quien es el que está abusando del poder o quien está luchando por no
dejarse explotar, quien tiró la primera piedra y quien respondió… no es una
tarea sencilla; de hecho no pretendo hacerlo. Pero hace unos días hablando con
un amigo hacía una referencia que me sorprendió a mi mismo: “Toda moneda tiene
dos lados: cara y sello”. Esta no es ninguna novedad dirá cualquier lector, y
tiene toda la razón, pues ese es el mismo argumento con el que empecé este
párrafo, pero la reflexión va en que siempre nos quedamos en esas
características de la superficie de la moneda, y con ella explicamos el por qué
uno actúa de una manera y el otro de otra, y tratamos de darle la razón a alguno
de los lados; pero algo que pasamos por alto muy fácilmente es que la moneda no
es, ni cara, ni sello; la moneda es una circunferencia elaborada de una
aleación metálica con unas impresiones en sus caras y en su borde…..
La paz no es ni cara, ni sello;
la paz es entender que todos los colombianos somos parte de esa misma moneda,
que conformamos un hermoso país con diferentes lados, diferentes formas de ver
y entender las situaciones, pero UNO solo.
No será fácil dejar atrás todos
los dolores vividos o aprendidos durante décadas, pero en la medida que sigamos
tratando de justificar quien es el bueno y quien es el malo (quien es cara y
quien sello), y no le pongamos todo el empeño en construir lo que realmente
somos (los que constituimos este hermoso país) no podremos avanzar, crecer,
brillar.
Saldré a votar por el SI, saldré
a declarar en las urnas que quiero aportar a construir un país en paz, que no
quiero que mis hijos terminen de crecer en un país en guerra, quiero que ellos
tengan la oportunidad de entender qué es un país sin conflicto armado; y
precisamente porque ese es mi anhelo me cuidaré de no herir nuevamente a
aquellos que no están de acuerdo, de no agredir a aquellos cuyo dolor no les
permite ver una opción diferente al uso de las armas, aquellos que cegados en
la tradición se convierten en el ancla que no permite que nuestra nación avance.