miércoles, 6 de julio de 2011

Tal vez no podamos cambiar el mundo, pero podemos cambiar lo que está a nuestro alcance

Cada día estoy más convencido que la responsabilidad de muchas de las cosas que aquejan a nuestro bello país y nuestra grandiosa ciudad Bogotá, son responsabilidad de todos quienes en algún momento nos resignamos a ver cómo los demás tomaban decisiones por nosotros, cómo realizaban actos indebidos e incluso como robaban frente a nuestras narices y nos limitamos a excusarnos con “pero para qué me expongo si igual nada va a cambiar”.

Por eso cuando me encontré frente a la posibilidad de hacer parte de un grupo de ciudadanos con una visión de cambio, con ganas de implementar políticas de “cero tolerancia a la corrupción”, de trabajar activamente por construir estrategias que beneficien la ciudad, desde una perspectiva de inclusión y no de segregación, tomé el paso de ser parte activa del proceso.

Hoy producto de la reflexión que ha implicado el iniciar este camino estoy convencido que tal vez no pueda salvar el mundo, como alguien muy cercano me digo que me gustaría lograr, pero si estoy seguro que caminaré un camino de participación activa, de trabajar por lograr que los principios de honestidad, transparencia, respeto por los derechos de los demás, sean no solo ideales de una campaña política, sino sean parte integral de la vida pública, de buscar que más voces se unan cada día para animar a aquellos que se han desanimado y caído en una desilusión que los lleva al conformismo y únicamente a “luchar por sobrevivir cada día”.

Me he unido al Grupo Significativo de Ciudadanos Progresistas, he presentado mi nombre como candidato a la Junta Administradora Local de Teusaquillo; y aunque sé que muchas personas tal vez no conozcan o no compartan los ideales políticos de Gustavo Petro, otros tantos podrán admirar su posición, su preparación y sus planteamientos; pero lo importante en este camino que he decidido recorrer es que pueda como le he propuesto “sembrar principios y valores” y despertar la conciencia tal vez dormida, apagada o acallada de aquellos que me conocen o con  quienes tengo relación.

Será muy grato contar con el respaldo de muchos, pero más aún, es mi anhelo que cada vez seamos más los que decidamos ser parte del cambio y no solo “dejar que otros decidan”, que mi voz sirva para tomar conciencia de participar, de hacer seguimiento, de hacer control, de votar (pero a conciencia no por tradición y mucho menos por compromisos).

Hoy con estas líneas pongo de manifiesto no solo un deseo personal de trabajar por la localidad de Teusaquillo y por Bogotá, sino hago un llamado para que nos unamos cada uno desde lo sencillo y elemental que pueda cambiar, para que nuestras familias, barrios, ciudad y país, sean cada día un mejor lugar.

Cosas tan elementales como no botar el papel a la calle, no ser parte del tumulto indolente que ignora a la mujer embarazada que se moviliza en un vehículo de transporte urbano, como no desperdiciar el agua que privilegiadamente sale del grifo que tenemos en casa. Principios y valores fundamentales que hemos dejado que las presiones del diario vivir nos roben, o por lo menos las olvidemos o dejemos “para después, porque estamos muy atareados”.

Tal vez no podamos cambiar el mundo pero podemos cambiar lo que está a nuestro alcance.